Las actividades de exploración son aquellas que posibilitan a los niños oportunidades para observar, manipular e investigar materiales y objetos, así́ como también vivencian hechos y situaciones. Están orientadas por el interés de obtener información sobre los objetos (sus propiedades, su funcionamiento, etcétera) o en las propias acciones que se realizan sobre ellos.
En ocasiones, el tiempo de duración de la exploración puede ser más prolongado; en otras, son momentos previos a la actividad específicamente lúdica. En los niños pequeños, es difícil diferenciar la exploración de la actividad lúdica. Sin embargo, es preciso señalar que no todas las actividades que se realizan en el jardín son juegos.
Las actividades de exploración y lúdicas pueden ocurrir de modo espontaneo, especialmente cuando los pequeños exploran y luego juegan con su propio cuerpo o el de los pares, al compartir un espacio común. No obstante, en el jardín maternal estas actividades implicarán una propuesta explícitamente intencional y sistematizada, que se organiza a partir de los contenidos previstos. Esto significa que el docente planifica las actividades y sus diversos aspectos: los materiales, los espacios, los tiempos y el rol que asumirá́ durante la tarea. Esta planificación incorporará todos los ajustes necesarios que surjan a partir de la evaluación de la actividad que, en el momento y/o posteriormente, se realice.
Las actividades suponen siempre una propuesta abierta del docente, quien organiza las situaciones ofreciendo un conjunto de materiales ricos y variados al niño o grupo de niños, en función de determinados contenidos a trabajar. Este conjunto diversificado de materiales posibilita una amplia gama de opciones.
En las situaciones de exploración y juego, se desarrollan por lo general, varias actividades al mismo tiempo. Algunos autores (R. Violante y C. Soto) designan esta modalidad como multitarea. La multitarea supone brindar propuestas simultáneas para que en su desarrollo los alumnos participen y jueguen, individualmente, en parejas, en tríos; vale decir, en pequeños grupos.
En la mayor parte de las propuestas, el niño debería tener la posibilidad de elegir la actividad, o las acciones al interior de las mismas, pero en el caso de que esto no ocurra, siempre deberá́ mantener la iniciativa respecto de la forma en que esta se realiza. Cuando el niño puede decidir y ejercer el modo de realizar la actividad, se está́ respetando su libertad de acción.
Será fundamental que el docente organice el ambiente para que los niños se motiven y construyan libremente su aprendizaje. Esta organización del ambiente involucra el espacio como un aspecto valioso de la planificación.
Algunos autores destacan la importancia de construir escenarios. El escenario es considerado, en este Diseño Curricular, como el lugar donde acontece un suceso, o como el ambiente o conjunto de circunstancias que rodean a un sujeto (el niño) e influyen en él. Es decir que no solo importa el acondicionamiento del espacio físico y sus materiales, sino todo lo que ocurre dentro de él: los vínculos que se establecen entre los que interactúan, los diálogos que se producen, los gestos y las actitudes que, en su conjunto, contribuyen a enriquecer la actividad exploratoria y lúdica de los niños. Crear un ámbito de libertad implica también establecer límites que den seguridad y contención, organizar situaciones ricas y variadas que permitan al niño actuar con creatividad y con iniciativa.
Las actividades suponen una participación activa del docente y algunas de las formas privilegiadas que asume esta intervención son: la disponibilidad corporal, la afectividad, la mirada y la palabra. A través de su actitud y de la palabra, el docente organiza el mundo de los niños, le otorga significación al ambiente y también al mismo niño, al suscitar en cada etapa sus respuestas, que le permiten ampliar su comprensión del entorno e ir construyendo los diferentes conocimientos y el lenguaje.
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